31 de marzo de 2011

¿Qué le hace Spotify a mi cerebro? Un remix sobre consumo, música, formatos, memoria y nostalgia



Tras mirar con tranquilidad la programación del 13 Festival Zermos98, llegó la lectura de ¿Qué le está haciendo Internet a tu cerebro?, un post de La Petit Claudine que surge como secuela del ensayo Qué hace google a mi cebrero de Nicolas Carr. Esto me ha hecho reflexionar en torno a mis prácticas, rutinas, ritos y rituales en relación a mi utilización a Internet y por extensión a las relaciones que se establecen entre mi uso de la red, de redes sociales y las webs musicales.

Cuando hace tres años me regalaron mi picú tuve la oportunidad de redescubrir una relación perdida con los discos en formato físico. Ese precioso ritual de observar la portada y la contra, de sacar con cuidado el vinilo, limpiarlo, colocarlo y escuchar las canciones mientras lees los créditos o si me apuras, echas un vistazo a las letras tranquilamente. El vinilo te invita a la escucha completa del trabajo del músico, a no caer en esa especie de zapeo o mejor dicho, zipping musical en el que las canciones se pasan sin pensar y al final la música actúa como fondo de otras actividades.

 El mp3, las carpetas repletas de novedades bajadas incluso antes de la publicación de los cds y mi imposibilidad de escuchar los albumes en su totalidad siempre me ha exasperado. Ese consumo desmesurado, superficial, que te lleva a escuchar el primer track y decir después que te gusta un grupo. ¿Nunca os ha ocurrido? De repente alguien te dice, ¿Te gusta X? A mí me flipa, X es un temazo. Resulta que el temazo es el primer corte del disco. Esta situación te puede llevar a pensar dos cosas: realmente es la canción que más te gusta o simplemente no has escuchado más.

 En este mar de blogs amateurs y especializados, en este entramado de opiniones, de debates musicales, de críticas y hojas de promo, al final resulta que tal plumilla reputado habla bien del disco, utiliza esas palabras mágicas que tanto desasosiego me causan: las etiquetas musicales, esos tags que automaticamente reactivan el cerebro del friki musical y le lleva a conectar ese disco o banda con otros, con escenas, generos y estilos. Pero mucha etiqueta y poca escucha.

Y luego te ocurre lo peor, estás en el H&M probándote un modelito o en la peluquería moderna del barrio y suena una canción preciosa, una canción que has escuchado miles de veces, te sabes la letra, incluso recuerdas situaciones ocurridas al ritmo de la canción y no recuerdas ni el título ni el grupo. Eso, señores, es una catástrofe. Ya me parece una catástrofe no recordar fechas de edición, sellos o los nombres de los integrantes de grupos, pero reconozco que eso deformación vital y tendencia a la exageración (una de las características más frecuente de mi persona).

El Spotify es la más pérfida de estas herramientas si  su uso no es crítico y cabal. Por encima de consideraciones éticas, Spotify incita a la escucha de puntillas, a evitar eso de oír pensando, a suscribirte a listas de reproducciones y ni siquiera mirar qué es lo que suena y lo peor, anula la memoria musical. Claro está que es una herramienta útil que te permite llegar rápidamente al trabajo de un grupo del que te han hablado minutos antes y que abre miles de posibilidades en torno a la promoción y difusión musical. Además, te garantiza la opción del rastreo y el mapeo, garantiza el intercambio y nos convierte en djs cotidianos de nuestra realidad musicada. Sería torpe y anacrónico por mi parte renegar de estas aplicaciones. Como todo en la vida, al final hay que aprovechar las herramientas y reinventarlas. Sólo la inteligencia, la capacidad de análisis y la creatividad nos salva.

18 de marzo de 2011

Russian red hasta en la sopa


El disco de Russian Red llegó a mis manos cuando tuve que reseñarlo en el suplemento de música de los jueves de 'El Correo de Andalucía'. Creo recordar que no lo puse del todo bien, dije que siendo un disco de manufactura impoluta pecaba de pretencioso y encina copiaba descaradamente a Joanna Newson. La cosa es que luego me fue gustando, pero claro la sobreexposición mediática de Lourdes terminó por hacer que le cogiera manía.


 No es que me caiga mal la chica, sobre todo, porque no la conozco. Era un sentimiento muy español, creo yo. Tocaba en todos los festivales, salía en todas las revistas, ya no sólo en las musicales, si no en las de moda. Era la imagen de una de mis marcas favoritas de ropa, le hacía las fotos de promo Lauraencursiva, la fotógrafa guapa y cool que toda banda de indie-rock se quisiera trajinar a cambio de un buen book.

Luego, me enteré de que había grabado con amigos míos en los estudios de Fernando Vacas ( y que la cosa había ido peor que peor. La versión de mis colegas es que se había portado fatal y que una vez que tuvo cierto éxito rompió por completo con los que le dieron la oportunidad de grabar y pusieron todos sus medios a disposición. También me quede flipada cuando vi el loft que la señorita tenía en Malasaña. Lo ví en un programa de Mapa Sonoro en el que invitaba a los reporteros a desayunar y nos enseñaba la de pasta que había ganado con 'I love your glasses'. ¿Era rica de antes o es posible que un músico indie gane esa pasta gansa? Me hablaron de cachés desorbitados y me parecía realmente injusto que a unos les paguen tan poco y a otros tanto. Pero vamos, esa es la historia de siempre...



Ya este año me bajé un intento de peli 2.0 en el que el guionista había utilizado historias de chicas de los fotologs. 'Ingrid' se llamaba el engendro en el que desfilaban en una medio casa okupa cool barcelonesa toda la plana mayor: Manos de Topo, Krakovia, La Casa azul y ella, Russian Red. Después vi engañada la peli de Julio Medem, 'Habitación en Roma' y ala, canción de la banda sonora. Poco después, ¡ Zas!, nominación al goya...




Un motivo más para hacerme rabiar es que por su culpa, las megagafas de vista se pusieron de moda entre los modernitos. Yo tenía mis Rayban wayfarer de sol con cristales de vista desde que en un Tanned Tin me copié de una plumilla musical guapísima y maravillosa (que, por cierto, es una de los pocas críticas que tiene una buena posición laboral en el mundillo de la prensa musical). Eso fue en 2005 y en mi barrio los canis -expresión sevillana que define a algunos chicos de barrio bastante marroneros. Lo mejor es ver la peli ' 7 Vírgenes' de Santi Amodeo para enterlo-se metían conmigo y me decían 'Betty, la fea'. Ahora, las llevan puestas.


Ahora sí, Russian Red es bella, tiene un cutis envidiable y unas fotos preciosas para enseñarles a sus nietos. Siempre lo pienso cuando las veo, porque yo no tengo fotos bonitas y pienso que mis nietos no verán a su abuela guapa en la vida. Su disco debut, para ser un primer disco, es bueno. Y creo que después de lo que he leído de Íñigo López Palacios, en cuanto pueda voy a escuchar su segundo trabajo. Ha fichado por Sony, se ha ido a grabar a Glassgow y se ha hecho amiga de Belle&Sebastian. ¡Eso sí que me da mucha envidia, la verdad! Pero quiero hacer un esfuerzo por no juzgarla más por la sobreexposición mediática. Basta de que hagamos esto con las chicas, porque los músicos chicos no están sometidos a ese juicio público.

 Tengo que superar esa idea de que los músicos a los que admiro son buenas personas y me tienen que caer bien. Porque no es así.

17 de marzo de 2011

Narcoleptica no se duerme en los laureles



Posiblemente los gurús de eso que llaman escena sevillana (Creo que escribiré un post al respecto)  no se han parado a observar la realidad. Aunque Beatriz Vacas se mudó a Madrid, es de Triana y allí fue donde trasteó desde hace años para llegar a producir su música. Es un rara avis, una chica joven hipnotizada por las atmósferas y los ambientes, obsesión que le ha permitido crear melodías noctámbulas, gélidas, como si de la banda sonora de una película nórdica se tratase. Todo esto valiéndose de sus guitarras, de su pedalera debidamente cumplimentada y un sin fín de cachivaches-de los que a mí me encantan-.

'The modular explanation' es un disco que se autoeditó en 2009 en el que veo cómo Bea crece y evoluciona musicalmente. Ya no hay rastro de las dudas que en alguno de sus conciertos que pude ver hace años...Me gusta pensar e ir corroborando que Narcoleptica (sin tilde) se está convirtiendo en una de las opciones más imprescindibles y verdaderamente underground de la farragosa escena postrockera española.

La experimentación con capas, la grabación de loops en tiempo real y el aprovechamiento de recursos ajenos a lo estrictamente musical son algunos de los puntos fuertes. No recorre los lugares comunes del post-rock, trastea con sus cacharros consiguiendo ruidos y reverberaciones propias...Fruto de todo lo que le queda por contar. Algo más a su favor, 'The modular explanation' se ha editado bajo licencia Creative Commons.


16 de marzo de 2011

Blue Velvet, el disco de uranio y Scott Walker



Como plumilla, fue toda una experiencia entrevistar nada más y nada menos que a Raphael. Fue en febrero de 2008. Bien, pues el otro día vía Lino Portela descubrí en la web de Rolling Stone que nuestro Raphael tiene una casa museo en Linares, su ciudad natal. El museo, de entrada gratuita, reúne cientos de objetos relacionados con el cantante. Curiosas fotos de la infancia, discos, partituras manuscritas, micrófonos y los muchos premios que ha conseguido ya están abiertos al público. Y entonces yo me acordé de él y de su traje de terciopelo y de lo más importante, que es sin duda el Scott Walker español, que no es moco de pavo. De hecho, su disco de uranio es por los 50.000.000 de discos vendidos con Hispavox en toda su carrera.


 

15 de marzo de 2011

El prefijo 'ind-': Indies, independencias e independentistas



Por estos mundillos musicales por los que me muevo a escala pequeñísima, he tenido el gustazo de toparme con gente encantadora, que ama lo que hace por encima de todo, que respeta y es respetada.   He visto como los Lisabö flipaban con un concierto petado de gente que a los vítores de: "Gora Lisabö" saltaba los butacones del salón de actos de la Politécnica de Los Remedios para pedir en un euskera-andalusí los temazos de su grupo favorito. Ellos encantados porque era la primera vez que bajaban al y vieron que a la gente les gusta lo que hacen más allá de polémicas, de posturas personales y
políticas.




 Esto viene a colación de una entrevista que leí la semana pasada en el EP3. Manel, 'la revelación de la música catalana', soltaba varias perlas sin sentido. Dicho sea de paso, me gusta bastante el primer disco de la banda.  Les pregunta Xavi Sancho por lo de tocar fuera de Cataluña y ellos responden que lo que más les preocupa es el público catalán, que a fin de cuentas es el que más interés tiene en su música.

Ahora yo pienso, vale, y por qué fue disco del año en muchas publicaciones nacionales, por qué se han hinchado a tocar en todos sitios...Ahhhh, debe ser que en el resto de España la gente se va de sus conciertos o ni entra...

 Les pregunta qué tal por Madrid y ellos dicen que bien, que la única diferencia es que se dirigen al público en otro idioma, como en Inglaterra. Esa aclaración era una de esas cosas que el chaval o las dice o explota...No se pudo resistir. Ser inteligente no se puede escoger, pero ser amable siempre es una elección.




Una de mis compositoras favoritas es Anari y me sé de carrerilla algunas de sus canciones. Gracias a ella, sé articular algunas palabras en Euskera. Decía mi profesora de Lengua de la carrera, mi adorada Esperanza Alcaide, que una lengua es una forma de comprender y aprehender el mundo, por lo tanto gracias a la música de Anari posiblemente tenga muchas más herramientas para entender al pueblo vasco.

Como pasa cuando te pones un disco de Camarón de la Isla y de repente se te vienen a la cabeza las salinas gaditanas, las marinas y los caños, la bahía en todo su esplendor y un barrio de pescadores con ojos claros profundos y cara y manos arrugadas por la sal. Para mí Anari me retrotrae a los inmensos bosques del País Vasco, a la variedad de verdes, al carácter bonachón de las personas mayores vascas; que te cuentan sus historias en la calle, de la simpatía y las atenciones de los que regentan los bares, felices de que los de fuera estemos encantados con su tierra, con sus costumbres, con su forma de vida.




Me gusta como Emilio José explica lo de su nacionalismo ourensano que no gallego. Él habla de sus microhistorias, de su realidad, la de Quins, su aldea y lo hacer con magia, con humor, sacando los pies del plato, siendo gamberro... Componiendo canciones como 'A amizade', un temazo como la copa de un pino, que me emociona tanto en gallego, como si hubiera sido en bable o el calabrés.



Conclusión, busco una expresión de mi pueblo por aquello de las patrias y los nacionalismos: " Tienes más tonterías que el mueble bar de Angelita la del moño". Pues eso, a ver si nos desprendemos de las tonterías y aplicamos más cabeza.

14 de marzo de 2011

Orthodox, imaginería sonora

Este viernes tuve la suerte de poder ver de nuevo a Orthodox en directo. Fue en la sala Zeppelin, antigua Micro libre, situada en el polígono Navisa de Sevilla. Eran los teloneros de Scott Kelly, miembro de los Neurosis. El caso es que Scott Kelly me aburrió sobremanera, con su guitarra, sus barbas y sus tatuajes en los nudillos de las manos. Con esas canciones de acordes eternos y frases 'cortavenas' pausadas demasiado densas para un concierto en un polígono a la una de la mañana.

foto: Cristo Ramírez
Lo de Orthodox es otra cosa. En ellos se dan varias características poco comunes y decisivas para hacerlos ser la banda más personal salida del sur de España en décadas. Ellos provienen del heavy, se sienten heavies, son heavies. Pero, bien los años, bien sus referentes actuales o las experiencias vividas, les están llevando por unos derroteros más que interesantes. Conservan los punteos, la cadencia, la parsimonia y la gravedad propias del doom-metal, pero en sus composiciones hay improvisación, free-jazz, guitarras propias del post-rock y sobre todo, un marcado acento sureño con esas baterías que parecen recién salidas de la banda de cornetas y tambores.


Eso fue quizás lo que hizo que, en su salto a los medios generalistas de la mano del experimente escénico del bailaor y Premio Nacional de Danza, Israel Galván- Con él y Fernando Terremoto inauguraron la X edición del Festival Internacional Zemos98 y recorren mundo con el espectáculo 'Apocalipsis'-, muchos periodistas los calificaran de una banda doom cofrade. Una de las etiquetas musicales más rocambolescas, divertidas y creativas que he escuchado en años. Mira que son sesudos los amigos de la Go mag en cuanto a clasificaciones se refiere. Por otra parte, no era extraña la unión puesto que tanto Galván, en su campo, como Orthodox en el suyo, rompen moldes y recorren con confianza y autoridad los márgenes de su arte, sobrepasando los géneros y dibujando nuevas fronteras estilísticas. 





Etiquetas sevillitas a un lado, este mismo mes ha salido su cuarto trabajo de estudio 'Baal' (Alones records, 2011) en el que recuperan su lado más metalero. El primer tema es una intro que nos devuelve la esencia de la banda, mientras que en el segundo corte regresamos a los tiempos de 'Gran Poder' (2005) -su primer disco, que fue reeditado en EEUU nada más y nada menos que por Southern Lord, sello de bandas como Sunn 0))) o Earth-, y a partir de ahí el trío indaga en sus raices para dejar un poco de lado la investigación, y la incipiente alteración de los parámetros del metal que nos mostraron en 'Sentencia' (2009) (Alone Records).

10 de marzo de 2011

De ética y estética pop





Me gustan las pintas de las bandas de antes. Bandas que utilizaban fotos desenfocadas, hechas a contraluz y veladas, fotos en el salón de casa de sus padres, en locales de ensayo cutres. Fotos con malos pelos, de gente más bien normal tirando a fea, de futuros ingenieros de Teleco o informáticos, de fontaneros y taxistas aficionados a la música que tienen un grupo de música independiente. Me gusta la foto del policía nacional que escucha Kraut-rock y del conductor del autobús que se gasta parte del sueldo en discos y los esconde debajo de la cama para que no los vea ni su mujer, ni su suegra que vive con él.





¿Cuáles son las fotos que no me gustan? Las fotos de chicos con tallas de pantalón más pequeña que la mía, de flequillos perfectamente calculados, de bandas seudo-tribus: medio pop, medio psicodélicos, mediofolkies, mediohippies, mediotodo, de modernos que tienen un grupo como tienen un twitter, como hacen fotos y son videoartistas y djs-vjs y diseñadores de sus webs y gestores de sus redes sociales. Tampoco me gustan las fotos de las bandas con repertorios vacíos, clones de otros, de los que se etiquetan 'indies', pero de indies tienen lo mismo que la cadena de moda Inditex.



¿Quién se acuerda hoy de Heavenly? ¿El fan de Cat People tiene idea de quiénes fueron los Australian Blonde? ¿Conocen los Chin yi, por ejemplo, a algun grupo de discos Alehop!, tipo Las Solex o La cagarruta sónica? ¿Por qué coño no se agotan los discos de Dani LLamas y El Guincho lo peta, con todos mis respetos? ¿De verdad creéis que Joe Crepúsculo es el salvador de la música española, por dios y por la virgen?

Todas éstas y muchas más son dudas que me vienen a la mente casi todos los días. No mientan más, la música independiente no tiene ya casi nada de independiente. Tras esta perogrullada, me quedo tan pancha. Ay, qué malo es cumplir años.


8 de marzo de 2011

Lo que escribo para ¡Wego!

Mi trabajo en los últimos meses para la web cultural ¡Wego!:


Crítica del último disco de Blacanova



Crítica de lo nuevo de Úrsula




Crónica del concierto de Centro-Matic




Reseña de 'Quema cosas' de Trisfe


Crítica del disco de El gueto con botas



Reseña del LP de Gaggia


Reportaje sobre el Playbutton