28 de octubre de 2011

Construyendo nuevos relatos. El poder de un estribillo


Tras la lectura de este texto de Miguel Romero -con el que no estoy cien por cien de acuerdo, pero que creo tiene mucho de reflexión necesaria ante un conflicto complejo- me quedo con una idea: A menudo el relato, la historia o la narración ensombrece la información y finalmente al consenso. Él utiliza esta afirmación hablando sobre la disolución de ETA y el relato de la victoria como pensamiento único instaurado en la mayoría de los medios de comunicación españoles. Yo la tomo en relación al movimiento social que surgió en torno al 15M.


Pancarta vista en Sol durante las manifestaciones de mayo de 2011

Estoy harta de debatir con buenos amigos el carácter de todas las manifestaciones y acciones que se han ido desarrollando desde entonces en casi todas las ciudades españolas. Aunque claro, ese relato 'quincemayista' -muy a mi pesar-a veces cae en la propia inercia y las rutinas productivas de los medios de comunicación masivos y construye un discurso centralista e individualista que llega incluso a la simplificación y el estereotipo. Ojo, seamos críticos, no son sólo los medios masivos los que estereotipan el movimiento.



Cabecera del bandcamp  de Fundación Robo y portada dek fanzine ¡Organización!


Por eso, iniciativas culturales del tipo de Fundación Robo son especialmente positivas. La música, pese a la alergia que existe en este país por la canción política- motivada claramente por la herencia de otro discurso único: el de la Transición- siempre ha sido un canal de difusión de ideas y cohesión social (desde la buena interpretación del término, eh)
“Es hora de dejar de gritar solos al televisor y salir juntos a la calle” dicen en su web. Robo tiene de su parte todo lo que la música puede unir para divulgar. Y, como en su momento hicieron los juglares y trovadores, pueden comunicar y enseñar aspectos complejos con herramientas sencillas. Es una red formada por muchos entre los que destaco-por gusto personal- a Roberto Herreros y Karlos Osinaga, a los que admiro profundamente como músicos y a los que sigo desde hace tiempo en proyectos apasionantes como Bidehuts o Ladinamo.





Viñeta de El Roto

Según Marta, de Discos Libres, la Fundación Robo sería “Un Wu Ming musical que funciona no sólo para diluir la autoría sino también las formas de representación hegemónicas de nuestra música indie”. A mí lo que más me gusta de esta propuesta es que aglutina a músico de muy diferentes estilos y procendencias y tiene una clara vocación colectiva, más allá de protagonismos personales.
 La idea la explica Roberto Herreros en un artículo para el fanzine Organización. No subestimemos pues el poder de un estribillo. Y cómo reza el disco de Grande-Marlaska, otro de los proyectos de Herreros- es el momento de hacer.
 



No hay comentarios: