29 de octubre de 2010

Si la soledad es compartible...


Aunque no es muy políticamente correcto, lo que siempre he querido hacer y nunca he hecho hasta ahora es escribir de Úrsula. Lo de políticamente correcto viene por el hecho de que en los últimos 5 años me he sentido partícipe de los éxitos y los fracasos de la banda. He estado con ellos en los momentos de más euforia y felicidad, los días en el que las musas les acompañaban y salían emocionados de los ensayos...Con un brillo en los ojos envidiable, como si los drones y los ambientes fueran el combustible que les permite avanzar. Así que no esperen un texto analítico, envuelto en supuesta neutralidad. Esto es pura subjetividad.






"Hasta que la soledad nos separe" (Foehn records, 2010) ha sido un disco gestado con toda la naturalidad del mundo. El engranaje de Úrsula estaba muy engrasado con el trajín de la gira de "Mejor seguir al silencio" (Foehn records, 2009), y las ideas surgían de debajo de las piedras, a borbotones. Algunas veces me preguntaba de dónde sacan las ganas y las fuerzas para, después de duras jornadas laborales, de arrastrar los típicos problemas diarios de todo hijo de vecino, se pusieran a tocar como posesos.


Fruto de todo eso es este disco que pone en vello de punta ( creo que es la expresión que más han repetido hasta ahora para definirlo). Un disco corto e intenso, emocionante y sobrio, con una madurez del que ya no busca modas y etiquetas musicales, ni se obsesiona con las opiniones de los demás. Cuando escriben de Úrsula se abusa de palabras como tristeza, oscuridad y se repiten incesantemente etiquetas del pasado como sadcore o post-rock. Borren de su memoria esas referencias para contextualizar la música de esta banda. Úrsula es ahora tranquilidad y sosiego, una frialdad que te hiela los huesos y una tensión incómoda. Es nostálgia controlada, la que te da el paso de los años y el ver las cosas con perspectiva.









Es cierto que los títulos de los temas no invitan al optimismo, en ellos se adivinan muchas de las intenciones de quiénes las componen. Si en algo han seguido una misma línea creativa, han sido en la elección de los nombres de las canciones. Títulos impactantes, que invitan a múltiples interpretaciones, que dejan entrever de qué se habla sin pronunciar una palabra. Es ahí donde reside la narratividad de un disco instrumental en el que laten historias paralelas y cruzadas. Y el carácter de unos músicos poco a dados a expresar con palabras, a las claras, lo que se les pasa por la cabeza. Y eso que nos han dado grandes letras en discos pasados, que aún retumban en las cabezas de los fanes incondicionales...Arañas y Triste pero cierto de "La Banda sonora de mi funeral" (Foehn records, 2002), Lo que pienso los domingos de Autoayuda emocional (Foehn records, 2005), Dejadme solo del EP "Cuando no hay nada que decir" (Moonpalace records, 2008) por decir algunas que no todas.







"Hasta que la soledad nos separe" es fruto también de una ardua tarea de investigación. David Cordero (que lleva ya 10 años dando la lata con su proyecto, XD) no es dado a vanagloriarse (por eso le quiero y le admiro), pero su vasto conocimiento musical, le abre vías creativas que difícilmente podríar surgir sin esos conocimientos. Por eso en este disco se infieren muchas referencias...Stars of the lid, Rafael Anton Irisarri (Masterizador del LP) y, Leyland Kirby, Górecki y Arvo Pärk, Helios y Goldmund, Brian Eno, Brian McBride, Eluvium, el proyecto conjunto de Alva noto y Sakamoto, Tim Hecker, Mountains...La lista sería interminable como la osadia de decir que Úrsula se parece a ellos. La banda se retroalimenta de esta herencia. Dibuja paisajes sonoros que aún no han recorrido muchos proyectos patrios.





El ramalazo neoclásico les sienta muy bien y envuelve las atmósferas y ambientes (el punto fuerte de la banda) tomando protagonismo en "Capítulo siete". "Humildad y paciencia". "Imsomnio de verano" y "Reflexiones permanentes". En "Teoría del sufrimiento", Úrsula nos invita a exorcizar nuestras frustaciones con candencia y parsimonia...Y es quizás uno de los vestigios de esa tendencia a utilizar la música como terapia. "Un final decepcionante" es el broche que te deja con el alma encojida.
En resumidas cuentas, para los amantes del buen ambient, del paisajismo sonoro y el utilizar la cacharría sónica con vocación neoclásica, Úrsula es un buen grupo con el que disfrutar. Y por si no lo habéis notado, escribo con todo mi amor y sintiéndome orgullosa y satisfecha. Gracias por regalarnos este disco.


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