7 de diciembre de 2012

Swans: el burro grande ande o no ande


La primera vez que escuché hablar de Michael Gira fue en 2012. Sí, en 2012. En mayo de 2012, un par de horas antes de asistir a su concierto en el Auditori del Fórum en el Primavera Sound. Sabía quiénes eran Swans. Lo sabía por ser lectora asidua de prensa musical y por tener amigos obsesionados por la música. No me avergüenza ni me importa decir que nunca los había escuchado. Para los más mitómanos debo añadir que lo vi en persona por Diagonal, allí fumando en la puerta del hotel, con su traje de chaqueta blanco y su sombrero tejano. Sí, lo vi. A mi acompañante le hacían los ojos chiribitas y yo, como soy de pueblo, no tuve ningún reparo en ofrecerme a ir y preguntarle si se podía hacer una foto con él. En seguida salieron las vergüenzas, los reparos y los respetos.

El concierto de Michael Gira me fascinó. Fue amargo, correoso, angustioso, hiriente y muy íntimo. El hombre llegó a un mantra tal que realizaba un uso percusivo de sus mejillas. Vamos que se metía bofetadas o hostias como panes en la cara. Tras el concierto, salió su disco y empecé a leer sobre la banda. Ahora resultaba que todo el universo de mi alrededor eran fans del grupo de toda la vida (Tururú).

Foto de Dani Cantó. Concierto de Swans en el Primavera Club en Barcelona. 
En fin, este domingo los veremos en el Teatro Central de Sevilla. A pesar de que las principales revistas y periódicos sólo recojan las fechas de Madrid y Barcelona. Yo ya me he comprado mis tapones. Tras varias escuchas de The Seer, tengo que decir que el disco no me gusta. No lo pondría por gusto en mi casa. La canción homónima al disco, la que dura 32 minutos, tiene partes que me encantan y partes que odio. Creo que son canciones que te patean las entrañas literalmente e incluso pueden llegar a hacerte vomitar. Y si reparamos en las letras, caeremos en la enfermedad como poco. Odio, hastío, muerte y destrucción.

Yo voy porque creo que en directo pueden gustarme. Voy porque como melómana creo que es una oportunidad única. El mejor disco del año para casi todas las publicaciones influyentes tocado a 20 minutos de tu casa y no vas. No está bonito. Ahora bien, que no me toquen la moral si me salgo del concierto, si no me gusta o si suelto el comentario que me parezca más oportuno. A ver si el mundillo hipster es capaz de liberarse del yugo este de mierda de eres lo que te gusta y lo que te gusta es lo que te dicen que te debe gustar.

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